miércoles, 15 de diciembre de 2010

Recalling December.


Recordando diciembre.
Ese mes que tanto hiere, destruye, vacía. Ese mes que todo lo termina, rompe, rememora.
Odia la Navidad, se le nota por cómo actúa y por cómo piensa. No hace falta mucho más que observarla moverse al caminar, mirándose la suela de los zapatos.
Nada, no hay nada en este mundo que pueda hacerla creer de nuevo. Se le ha ido la fe: ya no dice te quiero, ya no sonríe de verdad, ya no siente.
¿Por qué? No hay un por qué. No existe.

Odia el invierno, se le nota por cómo camina y por cómo mira la suela de sus zapatos. No hace falta mucho más que observarla mientras actúa, mientras piensa.
Vaga y vaga totalmente sola por las calles de una ciudad alegre, inundada de nieve y de luces de colores.
Pero, ¿de qué sirve estar en un lugar feliz si ella es la única mancha negra que oscurece todo al pasar? No hay ninguna lógica. No existe.

Odia su cabeza, confusa y contradictoria que le lleva de un lado para otro girando, cambiado de rumbo cada dos por tres. Izquiera, derecha, izquierda, derecha...
Echando de menos, queriendo, planeando, necesitando para luego después, lanzarlo todo por la borda.
¿Cómo puede vivir sabiendo perfectamente que no tiene ni pizca de ganas?

Yo, odio observarla frente a frente. Tenerla frente a mí, verla caminar con la vista fija en sus zapatos y obligarle a levantar la vista.
No puedo, ¿por qué?
Porque cuando clavo mi pupila en su pupila, sus ojos me devuelven la mirada más triste del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario