jueves, 19 de septiembre de 2013

Serpientes

Crees. Pese a que siempre caigas, confías en que estarás de pie pronto. Y cuando lo estás, te aseguras y perjuras que no volverás a ese pozo mugriento que huele demasiado ya a mierda. Rezas a un Dios que sabes que no existe, suplicas perdón cuando no has hecho nada malo.

Todo para nada, para volver al principio después de tantos esfuerzos. Algunos nacemos bajo tierra, algo nos impide salir a bailar con las estrellas. Sonámbulos, soñadores tras la gravilla del suelo que todos pisan. Sujetamos todo desde abajo pero todos caminan por encima sin darse cuenta. Somos el error que todos temen cometer; somos el pilar que todos olvidan.
Nos educan de manera torturadora: nos dicen que miremos siempre arriba, que seamos vosotros, los más brillantes. Pero un gusano no puede volar, una piedra no puede flotar. Y nos ahogamos en metas inculcadas, metas imposibles que jamás llegan.
A veces aparecen, llegan con su capa de superhéroe y fingen que nos salvan. Ellos, que nos hablan, que nos guardan, susurran todas las noches en nuestros oídos promesas falsas. Y creemos, porque estamos ciegos, vacíos de éxitos. Cuando nos tienen en sus manos, nos estrujan y allá, con nuestros gritos, desaparecen todas esas esperanzas. Nos encontramos desnudos ante un ente sin alma que disfruta de nuestro dolor. Lo peor es que los queremos. Yo os quiero.

Jamás podré adiestrar serpientes. Cuando confío en ellas, se enroscan a mi cuello. Cuando deposito mi corazón en su boca, lo llenan de veneno. ¿Tan difícil es amar?
Sigo en el nido, pero ninguna de esas víboras en verdad apuesta por mí. Todas ríen al unísono mientras lloro desconcertada. Mi familia me destruye, esa familia con la que he crecido y hubiese dado todo no hace mucho tiempo.

Estamos condenados a escribir las mejores líneas bajo la tristeza y sentencia de un corazón que sueña, ama.
Siempre voy a fracasar.


-- Desde Mi iPhone