sábado, 27 de agosto de 2011

Dear Sister:


Cuando tienes un guía en tu vida, en el que confías plenamente en él y lo admiras con todo lo que tienes; crees que todo irá bien siempre...
La mayor decepción que he llevado en mi vida ha sido al descubrir que esa persona que tanto me inspiraba, fue la que destruyó mi vida y todo lo que era.
Siempre me preguntaré la razón de tu comportamiento, el por qué de tu ansia de venganza. Siempre he dicho, que el rencor nunca nos lleva a nada y este es un claro caso de dónde me llevó tu propia locura. Tu objetivo era uno sólo pero nos arrastrastre al resto con él, con la miseria. Aunque no te conformaste sólo con eso. Nos cambiaste, jugaste con nosotros y no tuviste piedad ni de mí, la hermana pequeña que siempre habías dicho querer. ¿Eso es querer? ¡¿ESO?!
Tengo tantas preguntas pero no quiero hacerte ninguna, me da asco saber cómo crees que tienes la razón porque cuatro imbéciles te aplauden.
Dime, Ana... ¿qué has ganado con todo esto? Cruzaste toda la casa, arrasando con todo, con todos. Tus propósitos no son más que imaginaciones de alguien que está perdido, ¿podrás encontrarte algún día? Yo antes quería hacerlo pero me usaste como un juguete viejo y yo, me cansé de ser el titere que todos utilizabais.
No más por favor. Para esta guerra imbécil, más imbécil que esas guerras por un palmo de tierra porque aquí, no hay premio. Sólo hay lágrimas.
Me juré a mí misma que dejaría de quererte pero no puedo, no puedo tragarme recuerdos. Recuerdos falsos pero bonitos de todos modos, llenos de promesas que siempre supe que no se iban a cumplir pero que de todos modos traté de vivir ignorantemente.
Podrías dejarte de lavar cerebros e intentar lavar heridas que tú misma causaste.
Me destrozaste la vida y ni siquiera te has dignado a aparecer por aquí.
No puedo odiarte porque no soy como tú pero tampoco puedo quererte, no más. Así que, esto es mi declaración hacia a ti, hacia la enorme decepción que sentí al descubrir que la persona que tanto admiraba era en realidad, la persona más cruel del mundo.

martes, 9 de agosto de 2011

Pyramid Song.


Crucé el puente del destino con el temor de que la vida se escapara de mis manos. Busqué tu nombre entre los suspiros que dejaba el viento de tu ausencia; sé que te perdí entre lamentos, gastando el tiempo que tenía en maldecir la mala suerte que siempre he tenido.
Crucé mis dedos esperando cumplir el puñado de sueños que me quedaban por cumplir. Hecha a la idea de que, yo nunca voy a dejar de amar al cielo aunque el cielo se quede demasiado extenso para mí. Una vez que probé la perfección, todo me sabe demasido soso.
Crucé la mirada con aquel lugar de esperanzas, de recuerdos que trajeron el fuego de aquella noche tan fría. Suspiré entre tantos suspiros que se perdieron y seguí buscando con anhelo aquel yo que tanto ansiaba encontrar.
Crucé con pasos de gigante siendo yo demasiado pequeña como para comprender el peligro de mis hazañas. La pirámide de la vida se desmoronó tan rápido que ni siquiera había tomado aire. La arena inundó mis pulmones y me volvió seca...

Buscando mi razón, sin ningún rumbo fijo y como un fantasma sin guía; desnuda de corazón, con el alma en pausa y con la temperatura fría. Así es como quedó mi vida cuando una la desgarró, otros la rompieron y por último, yo la miré desde mi Nada. Creí que era mejor de lo que había sido pero nunca fue algo excelente pero ahora me doy cuenta de que uno es mejor que cero.
Mi error fue quererte tanto que me duelen hasta las llemas de los dedos por apretar los puños de rabia al seguir amándote en silencio y saber que tú brillas en mi ausencia.
Mi error fue perder el tiempo en sueños que en realidad no necesitaba tanto y comerme los que daban sentido a mi vida.
Mi error fue echarme la culpa de que mi hogar ya no fuese mi hogar por el simple hecho de que la gente, dejó de ser gente y mi familia dejó de ser familia.
Mi error fue verme pequeña cuando yo puedo valir más que muchas personas. No soy un titán pero tal vez no sea un gnomo.
Mi error, fue errar aún sabiéndolo que lo hacía; dejarme morir por dentro porque por fuera era demasiado egoísta; tener una guerra conmigo misma todos los días.
Pero sobre todo, sobre todo, sobre todo mi error fue no valorar la vida. Esa vida que sólo tienes una vez, que sale en las películas y que a veces, sólo a veces, puede enseñarte que hay un final feliz para cada drama en mi pupila.