domingo, 20 de enero de 2013

Pequeña De Las Dudas Infinitas.

Tengo la piel erizada por el frío ausente de las manos que no están. Nunca comprenderé esta soledad repetitiva, que siempre regresa y devora mi pequeño corazón, ese que nunca parece que vaya a curarse.
Se me acaban las ideas, las opciones y las salidas para un camino que es un círculo. He volado bien lejos, cruzando el océano, dejando todo lo que tenía, lo que tuve y lo que tendría atrás. Borré todo para poder escribir mi ahora, en otro lugar y rodeada de otras personas. Se termina la tinta para poder narrar todo lo que necesito contar, se terminan los sueños, las sonrisas, mi luz.
Entre pestañeo y pestañeo, busco un por qué a todo esto pues soy un manojo de sentimientos y piel, no pensamientos. Sólo siento la ausencia, el dolor de algo que se fue y ya no está. No estará jamás.
Y aquí estoy ahora, volviendo locos a mis dedos para que griten lo que yo no podré gritar jamás. Que el sufrimiento se está haciendo paso en estos meses tan oscuros, me arrastra y me lleva con él, tirando de mi cuerpo cansado y derrotado. No quiero que venza. Así que, por favor, sálvame.
Me hundo en el barro del campo de batalla. La lluvia se aventura por mi rostro vacío de expresión, recorre mi figura buscando otro de sus millones huecos... El cristal es frágil y yo, soy su canción. A mi alrededor, está la sangre, los sueños que se perdieron entre cada mota de polvo que vuela por aquí.
Me veo sola entre toda esta locura. Están todos muertos o, ¿soy yo el cadáver? Me he convertido en mi propio fantasma, llena de recuerdos que no tienen palabras, de hechos que no tienen sílabas, de sensaciones que no tienen sinónimo. Cierro los ojos, dejo fluir lo que nunca pasará en este mundo alternativo, cruel, despiadado, que yo misma he creado. Mi imaginación se escapa, dibuja los trazos de un futuro donde yo ya no soy blanco y negro. No quiero ser bicolor. Así que, por favor, detente en mí.
Ven primavera, ven mi existencia, que mucho tiempo ha pasado ya desde tu última partida y mi alma pide a gritos tu regreso, entre copos de nieve que no caen. Vuelve pues y acaba con los desgarros de mi cuerpo, cura mis heridas y bésame las lágrimas. Necesito que sea tu sonrisa la que amanezca en este campo lleno de cuerpos que ya no están, de sangre reseca y sueños perdidos. Necesito que colorees el césped, lo pintes de flores, orquídeas, como las de tus ojos.
Ven estrella del cielo, baja y pósate en mis labios. Que tu luz sea la única con derecho a entrar entre mis millones de huecos, puesto que es la única que puede cerrarlos.

Y cada invierno lloraré de nuevo, te lo advierto.
Y cada invierno me romperé de nuevo, te lo advierto.
Y cada invierno seré la sombra de lo que era.

Prométeme, que regresarás cada año a hacer amanecer mi vida. Pintarás con mil tonos mis días, me elevarás a una undécima parte de tu brillo y nunca me dejarás caer.
Así matarás la oscuridad que hay en mí, esa que se niega a irse pese a mis intentos. Así verás cómo yo también puedo ser una estrella más, unirme a tu brillo perfecto y gobernar juntas el cielo.
Tú eres alma de luz y yo alma de penumbra pero no existen los límites y si existen, que sean tus manos. Para que me agarren cuando llegue hasta ti.
Júrame que me regalarás esperanza entre beso y beso.Yo te juro a ti, que seré tu fuerte en las noches más oscuras.
Sé mi heroína, no te vayas pese a que pueda existir un amargo final al final de mis pupilas.
Atentamente,
tu vendedora Ambulante de Sonrisas.
Anklebiter.