domingo, 9 de enero de 2011

Living Life.

Esto es un pedazo del libro que estoy escribiendo.
He cambiado los nombres originales por otros para no hacer spoiler de mi propia historia ya que podría joder a unos cuantas personas que lo están leyendo o van a hacerlo.
Por otra parte, quería agradecer a la serie de Skins por desatascarme en mi relato, por enseñarme la realidad, por hacerme ver la verdad, por inspirame.
Al chico lo he llamado Ethan, ella se llama Cassie y el amigo es Matt.
Recordad, que esos no son ninguno de los nombres originales de Living Life.
Y ahora, espero que disfruteis:

<<(...)

El tiempo volaba y me daba cuenta de que Cassie y yo estábamos más cercanos. Pese a que Matt ya no fuese mi amigo, en algunos momentos me sentía como si lo estuviera traicionando.

Tenía unas enormes ganas de besar a Cassie.

Temía estar enamorándome de ella.

Tenía miedo, muchísimo miedo.

Recuerdo una noche loca en una discoteca de las afueras de Bronx. Ya era tarde y llevaba unas cuantas pastillas de speed encima. Como cada fin de semana, tenía la necesidad de liarme con alguien y si no lo conseguía, me ponía de mal humor. Pese a que tenía candidatas de sobra, la escogí a ella. Tal vez fuese por la luz azulada de los focos que le iluminaba al bailar, por sus eróticos movimientos o por el hecho de que había un tío rozando su cuerpo contra el suyo. No lo sé y tal vez nunca lo sepa. La cuestión es que apuré el último trago de absenta que me quedaba y me alejé de la barra del bar hasta situarme en frente suya. Le dirigí una mirada fría al tipo que continuaba moviéndose como si pudiera conseguir algo. Él me observó durante un instante, apartó la vista y se largó con el rabo entre las piernas. Solté una risotada.

--¿Qué es tan divertido?—Cassie inclinó la cabeza, muerta de curiosidad.

--¿Acaso quieres que te lo enseñe?

Parecía divertida de nuestro repentino juego porque sonrió y se acercó un poco a mí.

--Enséñamelo.

Mordí el piercing de mi labio y la besé. Ella se aferró a mi cuello y así estuvimos mucho rato. Aproximándonos, sobándonos, sintiéndonos.

Perdí la noción del tiempo y los minutos parecieron segundos. Me sentía de maravilla, como si hubiera respirado aire artificial toda mi vida y ahora estuviera inhalando el oxígeno más puro que jamás hubiera probado. Desee que nunca terminase.

Cassie se separó levemente de mí con su boca ligeramente abierta, como si esperase más y yo sabía que así era.

--Té—dije yo entonces.

--¿Té?

--Sí. Lo que era tan gracioso.

Clavó sus iris verdes en los míos, la música de la discoteca me alteró levemente. Necesitaba más.

--¿Y empieza por té? Quiero saber las demás letras.

Me encogí de hombros y coloqué mis brazos alrededor de su cintura. Volví a rozar mis labios contra los suyos, en perfecta sincronización. Fue como un impulso eléctrico, una chispa química. Me recorrió un escalofrío seguido de una descarga.

-U.

-¿U?—inquirió con cara extrañada--¿”Tú”?

Me reí y ella se rió también. Cogió mi mano y tiró de mí lejos de la multitud, alejándome de la canción tan atrayente que sonaba en ese instante. Salimos por la parte trasera del pub, donde había un montón de bolsas de basuras y un asqueroso olor a vomitada reciente.

--¿Para qué me sacas aquí?—pregunté algo confuso

--¿Para qué crees, Ethan?

Me tumbó en el suelo y me quitó la camiseta de tirantes de golpe. La observé como quien observa caer un ángel del cielo. Es cierto que parecía un ángel: con el pelo rubio, sus brillantes ojos esmeralda y aquella sonrisa cargada de… luz. Ella me iluminaba pero me cegaba también.

Y me dio igual hacerlo en el suelo, con la vomitada a un par de centímetros de mí, con el olor de la bilis, el pis y el alcohol; pese a todo eso, era demasiado hermosa la idea de que ella y yo, que nuestros cuerpos, estaban unidos en ese preciso instante>>.

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